martes, 4 de marzo de 2014

El dinero como flujo de energía Por Drúnvalo Melquisedec


Todos hemos escuchado la advertencia, “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de Dios”. Desde un punto de vista bíblico, el dinero -o al menos el amor al dinero- es la raíz de todo mal.

Pero, ¿por qué?

Desde un punto de vista espiritual, el dinero y el materialismo son ilusiones que esconden la verdadera naturaleza y significado de la vida. Si nuestro verdadero propósito involucra el recordar y vivir un viaje sagrado que lleva hacia la conciencia continua de la presencia de Dios, entonces la obsesión con la riqueza y las posesiones nos puede perder.

Dicho esto, podemos darnos cuenta que algunos de los seres más avanzados espiritualmente que han caminado por la Tierra, también han estado entre los individuos más acaudalados de sus culturas (Saint Germain y José de Arimatea vienen a la mente.) Así que siento que el concepto del dinero se clarifica, si podemos comenzar a percibirlo como energía. Cuando lo ponemos en ese contexto, el dinero es un “flujo de energía” similar a la energía de Fuerza de Vida -prana o chi- y que no es espiritualmente diferente de la energía cinética o atómica, de la electricidad, el calor, o cualquier otra fuerza natural.

Como con todas las formas de energía, el flujo de dinero sigue las Leyes de la Creación. Y como con todos los flujos de energía, el equilibrio es la clave. Los aparatos eléctricos sólo funcionan con el flujo de corriente apropiado. Demasiado, y los cables y el equipo se queman; muy poco, y nada funciona. Es lo mismo con el calor que nos mantiene calientes y confortables. Demasiado, y nos quemamos; muy poco, y nos congelamos.

Pero, ¿qué es “demasiado” para un ser humano? Como con todas las otras formas de energía, la respuesta a esto es una cuestión individual, dependiendo en la función y propósito en la Vida. La cantidad apropiada de calor para hacer nuestros hogares confortables, sería deplorablemente inadecuada para hacer herraduras para caballos. La cantidad de electricidad que una cámara digital utiliza, sería como una gota de agua en una cubeta para operar un refrigerador. La cantidad de dinero que es apropiada para otro, es algo que no podemos juzgar. Sólo lo podemos determinar para nosotros mismos.

Pero existe un criterio que podemos aplicar al dinero, como a todas las formas de energía, y esto es que debe fluir. Así como experimentamos la insuficiencia de chi en el cuerpo como enfermedad, también experimentamos el flujo insuficiente de dinero como carencia.

En nuestra cultura moderna, la carencia de flujo de energía financiera generalmente se convierte en una forma de estrés que nos puede distraer de nuestro camino. Pero la situación inversa es igualmente dañina. Demasiado chi, bloqueado y concentrado, lleva a la enfermedad en el cuerpo. Y el dinero que es acumulado con miedo porque no tendremos suficiente, también lleva a una condición de malestar espiritual.

Cuando estamos en equilibrio con el dinero, confiamos plenamente en que cualquier cosa que necesitemos será proveída. No tenemos miedo de gastar dinero en nosotros mismos o para ayudar a otros. El dinero en sí mismo no es el problema. Nosotros hacemos lo que venimos a hacer aquí, sabiendo que los recursos fluirán a nosotros y a través de nosotros.

Así que la clave parece ser la realización de que la abundancia, como el amor, existe en una medida apropiada tan pronto como liberamos los miedos en torno a ella. Como el amor, el dinero simplemente fluye hacia nosotros conforme lo necesitamos y fluye desde nosotros conforme buscamos crear paz y belleza a nuestro alrededor, para nosotros y para otros. Con la facilidad y entendimiento que nacen de la fe en nosotros mismos y en el Creador, nuestra vida financiera puede convertirse en la manifestación de todo lo que es bueno.

¿CÓMO PUEDES COBRAR POR LAS ENSEÑANZAS ESPIRITUALES?

Estoy por compartir con ustedes mis propias experiencias sobre cobrar por una enseñanza espiritual. Esto que comparto es mi regalo, en un nivel práctico, para aquellos de ustedes que están enseñando información espiritual ahora, o especialmente para aquellos que están a punto de enseñar. Si eres un buscador, tal vez esto te ayude a comprender el balance precario que los maestros espirituales deben encontrar, si quieren permanecer en integridad con lo que te cobran para asistir a sus cursos

Cómo comencé a Enseñar

Hace casi veinte años, mis guías me pidieron que enseñara lo que se me había instruido en los doce años anteriores. Yo no sabía, durante todos los doce años de mi entrenamiento, que se me pediría esto. Por lo que la petición me llegó de sorpresa.

La petición también me causó un impacto. Tanto, que al principio dije que no. No quería hacer pública mi vida. Sólo estaba pensando en mi mismo. Pero durante un periodo de casi dos semanas, mis guías me dejaron clara la Ley Espiritual que dice, que cuando recibes un regalo espiritual, no lo puedes guardar sólo para ti. Debe ser compartido con otros. Cuando vi la verdad de lo que me estaban diciendo, con renuencia acepté enseñar lo que había aprendido.

Conforme me dispuse a prepararme para enseñar un curso sobre la meditación MerKaBa de ascensión y la Geometría Sagrada – las formas sagradas y las proporciones que generan la Creación en la que vivimos -, me encontré con un problema ordinario y cotidiano: ¿Debía cobrar dinero por este conocimiento espiritual, o debía darse gratuitamente?

Esta era una pregunta que nunca había entrado a mi mente hasta ese momento. Realmente no sabía qué hacer.

Las Tradiciones Espirituales Difieren

Mi primer pensamiento, debido a que yo asistí a escuelas católicas cuando estaba creciendo, fue que las enseñanzas debían otorgarse libremente. Muchos cristianos creen que porque Jesús regaló sus enseñanzas, los maestros espirituales de hoy también deben hacerlo.

Pero durante los doce años anteriores, mis guías me habían estado mandando a todo el mundo, aprendiendo de diferentes fuentes y los maestros espirituales y tradiciones con las que me encontré, todas plantean diferentes ideas sobre cobrar por el conocimiento espiritual.

Durante varios de los doce años, por ejemplo, fui un sufí y la tradición sufí dice exactamente lo opuesto a la tradición cristiana. Los sufís me enseñaron a no regalar nunca el conocimiento espiritual. Los maestros sufíes con los que estudié, creían que debía existir un intercambio. Este no tenía que ser dinero, pero tenía que haber un intercambio o el alumno se perdería la lección.

Desde estos dos polos opuestos, comencé a contemplar qué hacer.

¿Qué haría Jesús?


Entonces pensé en Jesús. Si él estuviera vivo ahora, ¿podría predicar de la misma forma que lo hizo hace 2000 años? Y vi inmediatamente que la respuesta era no. Para empezar, reunir a miles o incluso cientos de personas en las ciudades, es ilegal en estos días. Si lo intentara, Jesús sería arrestado inmediatamente y multado. Y si continuara haciéndolo, lo meterían a prisión. Para reunir personas en forma legal, tendría que haber contratado gerentes para obtener licencias de asamblea, o rentar locales dentro de las ciudades, lo que es muy caro. Si viajara fuera del país en donde viviera, tendría que tener pasaporte y boletos aéreos.

En otras palabras, si Jesús hubiera desarrollado su ministerio bajo condiciones del siglo XXI, se hubiera enfrentado con los mismos problemas de “dinero” con los que se enfrentan todos los maestros espirituales de hoy. Así que, por razones simples y prácticas, los maestros espirituales deben cobrar algo o encontrar a alguien que pague los gastos por ellos.
De cualquier forma, los gastos son un hecho de la vida.

La primera realidad con la que me enfrenté, fue el hecho innegable de que si yo iba a reunir a cientos de personas bajo un techo, tendría que pagar por el espacio. Yo no tenía nada de dinero, así que, ¿cómo iba a pagar por este local? Se volvió terriblemente claro que tendría que cobrar algo o no podría ni siquiera comenzar a enseñar.

Entre más me daba cuenta de los costos para organizar un seminario – cuentas de teléfono, costos de correo, equipo electrónico y audiovisual, sistemas PA, boletos de avión para varias localidades y todo lo demás – se volvió absolutamente claro que iba a costar dinero enseñar, me gustara o no.

Más aún, si un maestro espiritual va a dedicar su vida entera a la enseñanza, como se me pidió que yo lo hiciera, tenía que haber suficiente dinero extra para pagar las necesidades simples de la vida – renta, comida, etc. Y tomando todas estas cosas en consideración, me di cuenta que lo que era importante en el mundo de hoy, era que el intercambio del que hablaban los sufís fuera “justo.”

Existen organizaciones espirituales que requieren que les dones todo lo que posees antes de enseñarte y algunos que te piden precios tan altos, que sólo pocas personas podrían pagar por su conocimiento espiritual. Una, que no identificaré, les pedía a los estudiantes que pagaran más de $100,000 dólares por la información. Estos son ejemplos extremos y en mi mente están equivocados. No son justos.

Regalarlo

Después, cuando comencé realmente a enseñar, descubrí que no importa qué precio le pongas a la clase o seminario que estés enseñando, para algunas personas será demasiado caro. Hay personas que son tan pobres – especialmente en otros países – que cualquiera que sea el precio es imposible para ellos.

Mi primera solución a esto, fue permitir lugares gratis para aquellos que no podían pagar.
Y fue allí cuando comencé a experimentar directamente la razón del entendimiento sufí, de que nunca debes regalar el conocimiento espiritual. Yo realmente no sabía por qué los sufís creían en esta idea, pero la respuesta se desplegaba ahora justo ante mis ojos.

Curso tras curso, conforme daba lugares gratis a aquellos que decían que de otra forma no podían asistir, experimenté que eran estas personas – a las que se les permitió entrar gratis – las que nunca comprendieron lo que se estaba enseñando. Incluso descubrí que si otra persona le pagaba la clase a alguien, había el mismo problema. Los estudiantes gratuitos casi siempre eran los que llegaban tarde y se iban a la mitad. Eran los que se quedaban dormidos o hablaban durante la clase. E incluso más importante, eran los que no practicaban realmente la meditación después de terminado el curso. Las razones de los sufís para no regalar nunca el conocimiento espiritual, eran evidentemente aparentes.

Un Intercambio Justo

Entonces, ¿cuál es la respuesta? Decidí que el intercambio era sumamente importante. Si los alumnos recibían la enseñanza gratis, no tendría significado para ellos, pero el intercambio no tenía que ser dinero. En lugar de dinero, podían dar tiempo y energía. Al hacerlo así, involucrarían su deseo por aprender y tendría significado para ellos.

Por lo que les propuse a aquellos que decían que no podían pagar, que si donaban su tiempo como voluntarios en una institución de beneficencia como la Cruz Roja – suficiente tiempo, basado en 10 dólares por hora, para pagar por el taller – entonces podían asistir gratis. Les pedí una carta de la institución para verificar su tiempo.

Todavía hago eso actualmente. Y lo que es verdaderamente fascinante, es que sólo una persona de cada cincuenta, ¡realmente me toma la oferta! Aunque no estén trabajando y pudieran donar fácilmente su tiempo, resulta que la mayoría de los que piden venir a mis talleres sin pagar, no lo están haciendo por un profundo deseo espiritual, sino simplemente porque quieren obtener “algo por nada.”

Cómo Afectan las Creencias en los Resultados

Otra parte de la ecuación de pagar por el conocimiento espiritual, es que lo que sea que creamos que es verdad sobre el dinero, afecta el resultado. Cuando recién comencé a enseñar, decidí que lo justo eran $222 dólares por tres días. Apenas podía pagar todos los gastos, pero esa cantidad me parecía justa a mí.

Sin embargo, mi secretaria, que arreglaba los cursos y que hablaba con los estudiantes potenciales, pensaba que esta cantidad era excesivamente alta. Incluso cuando podía ver en los libros que realmente estábamos perdiendo dinero, ella todavía creía que el taller era demasiado caro. Y así, cada vez que alguien llamaba para registrarse para un curso, sus creencias se transferían a la persona que se estaba registrando. Inevitablemente, pedían un plan de pagos. Terminé con cientos de personas haciendo pagos, lo que nos estaba enviando lentamente hacia la bancarrota.

Después mi secretaria se cambió a otro estado y la reemplacé con una mujer que creía lo opuesto a su predecesora. Ella creía que lo que estaba cobrando era definitivamente muy poco. Así que me convenció para subir el monto a $333 dólares. Y debido a que ella pensaba que este importe era justo, desde que ella llegó, ni una sola persona sintió que necesitaba un plan de pagos. ¡Ni una sola!

Esta historia muestra claramente que lo que tú crees afecta el resultado – incluso con el dinero. (Incidentalmente, esto es igualmente verdadero si tienes una práctica de curación, no aplica sólo a la enseñanza.)

El Éxito Financiero es Importante

Hoy, después de casi veinte años de experiencia sobre el tema de pagar por el conocimiento espiritual, creo más que nunca que necesita haber un intercambio. Este necesita ser justo, pero no cobrar por una enseñanza espiritual no funciona, ni para el maestro, ni para el alumno.

Y lo que tú creas personalmente sobre el dinero, afectará el resultado. Tus creencias sobre el dinero determinarán finalmente si tienes o no, éxito económico.

Y tener éxito económico es importante, porque mientras no lo tengas, estarás limitado en tu habilidad para compartir con otros las enseñanzas espirituales que Dios te ha otorgado.

En amor y servicio
Drunvalo
Sedona, Arizona, USA



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